Dibujaba con los ojos, las manos en los bolsillos buscando pastillas de menta o cigarrillos. Miraba un dibujo ajeno, una línea hecha por otro, estaban ahí desde siempre, era la primera vez que los veía, mientras tanto con el dedo recorría el diámetro mentolado o la longitud del humo futuro.
Dibujaba con los ojos, inventando un plano por segundo de parpadeo. Una línea requería otros trabajos, recorrerla con los ojos negros como si se la barriera. Elongar el cuello de lado, izquierda, derecha, giro el cuerpo.
Estaba en la calle y eso era todo. Las esquinas eran un problema aparte.

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