sábado, 21 de junio de 2008

sucedidos

Estirada y delgada como un junco, como un soldadito rindiendo el honor al general, al generalísimo. Las manos tomadas por el frente, el cuello erguido, la espalda bien derecha, diez centímetros mas baja que hace quince años.
En sus ojos, violando el protocolo y el ceremonial, le brillaban los restos de un amor hecho jirones.

Los ojos suelen ser un bastión o una trinchera, un saco de arena donde se tira sin mirar para no ver a quien se mata o a quien se hiere. Mirar hormigas cuando no es por puro placer entomológico es otra hilera de sacos de arena solo que mas baja.

2 comentarios:

maria a secas dijo...

faaaaaaa te fuiste al carajo !!! alucinante texxxxxxx


ay lob yu!

luks dijo...

magia este texto teo

saludos

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Córdoba, Argentina
Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores

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