I
Los aullidos reverberan en el sonido blanco.
La blancura minimal o el animal mínimo, que persiste de pie y bien parado sin quererlo.
Aullido que estalla confrontando, gimiendo y destrozando a patas abiertas y a lenguas recorriéndose.
II
La boquita bien cerrada, muda, enmudecida. Acordes sanguíneos, arpegios de carne desgarrada. De a poco, carne picada y amasada, yerbabuena debería ser su olor o limón verde.
III
Una hilera de botones, columna vertebral a su modo, abriéndose. Era un abismo sin fondo. Aturdido de olores.
IV
Los aullidos haciendo fila india desde la intersección, de todas las líneas del cuerpo.
V
El punto lo invadía todo, desapareciéndose, dejarse ir en los suspensivos, en los dos, en el final y en el aparte. Y coma, devorándose.
VI
Humo cocido y humo crudo, ahumado, perfumado. Humo sin ceniza, humo blanco, negro y gris. Un humo en gradiente perfecta, saliendo de todas las bocas.
Aclaración: la dueña de casa sugiere leer escuchando miseryn, de Janis Joplin.
2 comentarios:
viaje al universo teodoriano de signos y humos
buenazo
chau!
woo... qué larga hermosa puede ser la noche con letras, humo y janis joplin...
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