(Las manos)
Una imagen duele en lo impreciso de su memoria.
Evoco la imagen cuando miro las manos de esa mujer, la que ni siquiera sé como se llama, ni donde vive ni cuantos años tiene. Evocar es darle espesor a las ausencias y la mía es ancha, me crece desde las costillas hasta la espalda, justo al centro.
Hago presente, pero ignoro cual es ese azar que lo hace posible y me llama, que me provoca ese deseo de tocarlas, ese deseo lacerante; de volver a ojos cerrados los años.
La espalda de los calendarios.
Me acariciaba la cara, no con la palma sino con el derecho de las manos, ese derecho donde no estaban las líneas cortadas ni los días marcados.
Cerraba los ojos, siempre lo hice, no quería ver la cercanía sino la sensación extendida desde allá hasta aquí.
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
3 comentarios:
Es que estamos todo el tiempo describiendo donde nos duele algo que no sabemos si es dolor, y nuestro cuerpo intenta hablarnos con las señas que conoce, con las sensaciones que nos son familiares a ambos. pero quien sabe donde se oculta el amor y el desamor. a mi me duele en la palma de las manos.
a mi, siento que ESO, me persigue. Hola.
Una belleza, de verdad una belleza.
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