A voces superpuestas, transparentados los árboles, un bisel natural.
Beber a los pies y a las raíces, mecerse como un niño, acunarse antes del sueño y llegar más hondo y más lejos.
Saltar por las piedras sobre el agua, sobre el caudal y corriente, mojarse la punta de los dedos en una orilla cierta, dibujar una bahía diminuta con una rama seca, montar un acantilado con piedras y un cartoncito como faro.
Un paisaje en el revés de las manos. En la nuca un puente colgante.
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
1 comentario:
me hace acordar a cuando era chico y todo ese mundo era mi mundo diario.
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