Hunderwasser tiene razón al decir que la casa es una de las pieles, acariciar el dintel y abrazarse sobre la mesa, mecerse en la cocina y comer juntos. Esta dermis rojiza de ladrillos dándose forma, la casa es más que la construcción ortogonal, se hace piel en las marcas que uno deja, el camino de pan para seguirse el rastro, el olor para saberse aún en la ceguera.
Cerré los ojos y seguía estando aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario