Cerrando los ojos, invocando oquedades y un buen sino, rehabitamos este espacio, teñido color tierra.
El color no es fruto de una burda pincelada, el color, este espectro terroso es hijo de la atmósfera y los reflejos, aquí caben todos los tonos de las sierras, todos los matices del jardín, algo hay en esta claridad que se hace espejo de los accidentes del terreno, que trae por evocación los lejanos y rehace el jardín más próximo, el patio.
Pocas habitaciones por no decir ninguna, provocan y precipitan ese estado que se hace hermano de la transparencia. Un pequeño mundo se torna posible en lugares como este. Todo se torna visión especular.
Si el paisaje dice algo sobre cómo somos este sería un buen lugar y transparentaríamos en simple sincronía, si no debe ser este un hermoso lugar de paso, un pueblito para dormir las noches suficientes antes de seguir camino.
domingo, 26 de diciembre de 2010
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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