viernes, 28 de diciembre de 2012

Los ojos y la lengua


La lengua a veces desconoce tu propia voz, los oídos a veces desconocen tu propia música y también su falta recién nacida como silencio.
Los pies a veces no saben cuál su lugar, si el pasto que se pisa, los espacios construidos en el tiempo o ambas cosas.
Cerrar los ojos, a veces es mirar para adentro sin saber que paisaje se abre, a veces se trata de dejarse asombrar y los días pesimistas se trata de frustración.
Esos ojos cerrados son la paradójica abertura.
La lengua ensaya algún sonido aunque no se acerque a la palabra ni la acaricie.
El oído espera mientras el viento lo mece.

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Córdoba, Argentina
Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores

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