Al oído, la voz delgadita, muy delgada; al cuello como una bufanda o un pañuelo de seda. Taparse un oído para que el arpegio se quede atrapado. Atraparlo todas las veces del mundo y el idioma es imposible y posible. Los sonidos son como una madreselva que huele mientras llueve. El fresco termina la canción bien entrada la noche.
Yo quiero una vigilia.
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
2 comentarios:
por no perdérmelo,te leo escuchando. y llovió y, si no madreselvas, sí las florcitas anónimas de la planta jaspeada y el azul antiquísimo del cedro.
escuchaste alguna vez erres más hermosas?
un abrazo
no, definitivamente no, esas son las más lindas.
abrazos
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