sábado, 31 de enero de 2009
El ojo de la cerradura
La puerta por alguna razón ajena a las gentes tenía su cerradura en estado de ausente. Un agujero liso y llano. Las sombras calaban un abismo en el espesor de la madera. Giré la cabeza tres veces para sacudirla de imágenes pasadas y persistentes. La recorrí de costado. El supuesto abismo era solo una porción del mundo que se divide. El afuera del adentro se separa por un fragmento de dimensiones variables y nosotros tenemos ese espesor.
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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