Ventanas

(la música en envíos postales)

I
Quise creer que así era la sonoridad de las ventanas mientras se abren en pleno verano. La lluvia podría acompañarla en su percusión aleatoria y azarosa, son las gotas, las gotitas, los torrentes que corren por la calle cuesta abajo.El vidrio suena quizás más alto que un brindis en buena copa, desconozco de que lado estoy, las ventanas son un tránsito.Me sente a esperar mi lluvia, mi cuerpo dentro, los pies fuera, yo divida/divisible. El equilibrio es inconstante y debe ser por eso que se adoran los equilibristas. Compensar, ondular, arriesgar, andar con el paso seguro aún sabiendo que ahí abajo un precicpio espera con el punteo agudo de notas que no se tocar.



II
La ventana está abierta y ondulo en su asiento angosto, cuelgo, pendo, erguir perpendicular. Pasa por aquí y no pasa nada. Miro el cielo ponerse gris y el día fresco, salir a caminar todas las calles del mundo, iluminarse en las diferentes luces, allanar la sombra y llegar a la clara iridiscente.



III
Abierta de par en par, cayendo la tormenta sigue abierta igual. En este fin del mundo, cuando llueve la tierra exuda la misma lluvia y se metamorfosean. Con los postigos apuntando fuera, la humedad llega aquí dentro. Mojarme el pelo, los pies, la espalda, las rodillas. Las palabras crecen en las manos y se terminan en la boca.





IV
Con los pies colgando, adelanté la boca, la abrí grande igual que cuando me da por sonreir a boca llena. Saqué la lengua y me bebí la lluvia, la tormenta sin reparos, sin atajar ni una sola de los millones de gotas que la nacen. Bebí la tormenta en la copa con lengua, lami la frescura mientras cae y moja por dentro por fuera, en el viceversa, en el límite de todos los lados. Estaba ahí, detenida en el medio, en el lugar donde las palabras se anidan en la boca, los pájaros.