Le di la mano y lo invite al patio, nos sentamos en esos excesos de las casas, mal llamados vereditas, porque es la casa la que extiende más allá de ella misma. Las casas se prolongan por las dudas, por las lluvias, por los quizás.
Y tal vez estábamos ahí, ensayando cómo se miran las cosas, los muros al desnudo, las plantas que crecen en temporada estival, el color de las lavandas y la enredadera.
Piero eligió las lavandas, yo un fragmento de la enredadera, las plantas eran el fin de la casa, dibujándolas se despedía de ella y yo de él. Los dibujos son una memoria condensada, una tarde que se amolda a una forma verde definida.
Se fue, me quede sentada en ese resto, en ese borde de la casa, con las piernas cruzadas sobre los quizás.
Quise dibujar la lavanda, no pude, era su planta.
viernes, 3 de abril de 2009
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
2 comentarios:
lindísimo... es genial la delicadeza de la expresión! Son como gotas de agua limpia limpita que caen sobre un charco y no sé, pero es como un texto así tan lindo tan!
y más o menos eso =)
Está bueno leerte antes de ir a jugar al fútbol, ahora probablemente me putee menos con los contrarios!
jjajajajja.
bienvenido querido!!!!!!!!!!!!!.
abrazos y como el texto te gusto tanto, seguro que chivas margaritas.
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