(se recomienda leer escuchando algunas variaciones de gymnopedie de Loussier)
Llegar a casa
En un paréntesis, había bordado el borde de esta casa como idea. Solo bastaba con pensarme que era posible estar ahí; en punto cruz con hilo naranja estaba estando, puro gerundio, geranio. Siempre confundí el verbo con la flor, el tiempo de una acción tiene algo del crecimiento natural, ciclo en espiral.
Llegué acá con mi vida en cajas y ya había estado aquí antes, en los dibujos, en la selección de equipaje y bártulos.
Una noche cualquiera le asalté los rincones oscuros toda desnuda, deambular a paso constante recorriendo en la memoria toda esta geografía. Saberme mover entre tiniebla y penumbra.
Dejavu
Me dejé embriagar con la idea de una sensación, pura evocación y poética. Me dejaba llevar en ese estado de lluvia permanente de imágenes, se me enredaban en el pelo mis sensaciones de cuando era chica, dejé dormir lo que sabía de las cosas y el mundo, suspendí la comprensión de la vigilia y me rendí a esa provocación de los sentidos y la carne.
La sensación hija de la idea sucedió dos veces y estabámos ahí yo niña y yo ahora, desdoblada, superpuesta, estaba aquí y ahora sintiendo lo anterior, el préterito. El tiempo pasado volvía a transcurrir idéntico mientras se me pegaba en el cuerpo esa porción de gesto, a la evocación le estaba sucediendo la sensación real.
Me quise morir, lo deseaba más que nada, una muerte singular, huida de la sexagesimal medida del mundo.
Lo excedido de la ficción.
Biblioteca
Con paciencia de abuela, hoy la biblioteca ocupa a sus anchas y a sus llenas, el sentir de la casa, de esta, de la mía. Los libros, mis cosas terminaron por encontrar ese lugar que hace a la apropiación en el sentido más simbólico. En su lugar se transforman en asibles, están ahí, de brazos abiertos, están ahí con su historia en la ficción y con la mía propia. Soy ese recorrido horizontal y paralelo, son mi posible construcción cotidiana, las lecturas sucesivas y simultáneas. Los papeles, los lápices.
En ese mueble cabe el mundo, el recuerdo de su viejo dueño, la postal de varias casas. Reune puertas adentro la razón sentipensante.
La madera natural, clara, iridiscente.
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