El paisaje, desde la ciudad al campo y al revés. La extensión de la sierra y ese dibujo de silueta como teta de mujer cuando el sol dice los adioses. Una colección de verdes, y el tiempo que se piensa en otra cuenta que no es la sexagesimal.
En la ciudad ningún techo da de mamar, ni siquiera la cúpula de la iglesia a los que creen.
El paisaje es ese deseo de sentir el durante a la medida de la luz. De nochecita, dejar que el viento desanude el día.
Acá me acuesto y soplo despacio, abro la puerta pero no es lo mismo.
2 comentarios:
me gustó mucho este, teo. ese final. y abrazo
ainsss
tal cual
extraño Nono, en traslasierra
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