Estado puro, había dejado abrirme la boca, la boca grande. No tener fondo, ni tope, la creciente por venir y la rompiente.
Los pies son el mejor lugar del mundo y los abrazos sin saberlos también, que pasan porque tienen que pasar, que cumplen su razón disfrazados de incerteza.
Volví a soñar con peces y entendí que hace al río.
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