El borde, clara la clarividente y luna la llena, la menguante, la que siempre crece.
Creciente la orilla para arribar a nado sincrónico y a respiración sucesiva. Aspirar el olor, dejarse nadar y remontar, erguir el músculo secreto, relajar el más hondo, la hondura, el foso, allá cerca del fin, donde el fondo esquiva el beso del pie.
Te verás.
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