La aurora boreal de este lado del mundo, el pasaje sutil cuando la noche deja de ser eso que es en si.
Papeles pegados, notas, post it, marcas, señas y hojas por todos lados. A veces hace falta que sea otoño y a veces no.
Los lugares dejan de ser mudos cuando hablan el mismo idioma de quien los anda, y andándolos se va el miedo de perderse en esa inmensidad gris de la demasiada ciudad.
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