Buscaba duraznos frescos para cortar y al duraznero lo habían arrancado hacía varias primaveras. Buscaba azahares en el fresno.
Buscaba mi casa y no estaba en ningún lugar; mi casa y ni siquiera estaba conmigo.
Las manos y las metía en los bolsillos.
Vi el fresno y encontré el árbol, vi un lugar y estuve ahí, la casa era eso, la habitación y la estancia, querer estar ahí y que estar sea querer. Mi casa estaba conmigo, el sol me la había dorado en las manos.
domingo, 11 de abril de 2010
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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