Se desvanece el color y en esa habitación toda blanca sin nada más que los muros desnudos, todo es pantalla u hoja lisa sin estrenar.
Sin nada, sentados como indios somos lo único perceptible; en esa postura nos contábamos historias para entender las nuestras. Nombramos fantasmas y les di la mano tocando con el dedo parte del aire, parte del aliento.
Al final del día, nos callamos para solo estar ahí. Sin nada los fantasmas se retiraron uno a uno, los despedimos calladamente para verles la espalda evaporarse. Solo ahí, ahí y todo eso, todo eso y nosotros, nosotros y uno, unos.
domingo, 26 de diciembre de 2010
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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