Desarmar la casa,
descamarse,
quedar en carne viva.
Habitar es construir a pura magia esa otra piel, donde se
trasluce ese mundo que uno lleva consigo adonde vaya; esa piel es la razón del
arraigo o el desarraigo, del exilio.
Sin esa piel transformándose en paisaje, en casa, es como si
te perdieras en un mar de tristeza sin ventanas.
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