Hibernar, mientras dura el invierno no esperar nada, dejar
de esperar, estar. Dejarse quedar en esa vigilia sin noches ni días, el sueño
lucido, laxo.
Permanecer aquietado con lo único indispensable, respirar.
Llenar el aire de fantasmas para despedirlos cuando el frío
amengüe.
Abrazar el vacío como razón y consecuencia, amar el blanco
por lo que esconde de posible.
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