Los pasillos son una incógnita, están ahí siempre,
desparramados por todos lados, sin ventanas, con luces escasas o ausentes, con
olores sin definir, casi sin muebles. Estrechos, oprimentes o con algo de
suerte amplios, con ángulos para girar y que la luz llegue desde lejos, desde
el lugar donde desembocan o arriban o desde donde nacen, proyectando tu sombra hacia
delante como un fantasma.
La duda los cubre y los tapiza, los invade, te inunda.
¿qué trae de regalo un pasillo?
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