Más allá de la sangre no se sabe que queda ni que sobra.
Se anidan las preguntas y se desandan las respuestas, como
si acaso las luces llegaran gota por gota. Quizás por esa razón los amaneceres
hagan su alba atravesando el color sanguinolento, para despedirse de la noche y
la bruma como en un desangramiento.
Abrir paso hacia la luz es como una herida, se duele la noche vieja y oscura.
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