Una mesa, apenas una, en el patio esa luz casi difusa que inventa un bosque de sombras contra la pared.
La silueta recorta el deseo y lo redibuja, la amplificación de lo pequeño.
Los bordes hacen gigantes las formas definidas.
La luz me pegaba desde el llano y calentaba el cuerpo, soplaba fuerte y al bosque le sucedía la agitación, junto a mi, agitada, el llano en llamas y estaba apenas un poco desnuda.
Dije, decía, desnuda del todo, digo y termino de dejar caer la última cinta que liga.
En la silueta, en la concavidad, estoy mezclándome con el bosque diminuto, una marimonia naranja, una cineraria azul.
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