Bebe el té, en un bar cualquiera. Es ceremonial verla pasar el dedo índice de la mano izquierda por la lengua para recojer los restos de ázucar que hacen más amarga la bebida. El mundo cabe en esa mesa, un barrio entre la servilletas y esa soda tamaño muestra gratis. La gota que se ha caido, una laguna a donde van a dar los peces que nacen de bolitas de papel. Un plato con un pedazo de medialuna, es casi una cordillera a quien el mordisco le hizo una quebrada, un valle de cerámica blanca, termina en península redonda y perfecta. Ella es quien deambula por ese mundo, respira fuerte y los peces parecen el salmón que remonta el río, ha chorreado el té. Ese azar es causa del paisaje.
viernes, 18 de septiembre de 2009
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- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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