Una comparsa de vaquitas de san antonio llegaron a mi casa, las hormigas de la semana pasada se retiraron y cedieron su parte de territorio a los vacunos diminutos.
San Antonio es extraño en darme esta sutil oportunidad de hacer corral, brete, marca y yerra. Quizás pudiera con la punta de dedo meñique indicarlas, el hierro candente sospecho con justicia daría por perdido ese atributo de la belleza que hace a las vaquitas de san antonio, aún un fosforo sería gigante, un incendio innecesario para declararlas de mi propiedad, de mi estancia.
Ayer dos o tres se dieron en la ciclopea tarea de escalarme uno de mis pies.
Esos puntos rojo anaranjados eran en ese momento la medida de mi vastedad.
Otros días con otros animales he sido pequeña.
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