Te había inventado un sucedido, salían músicas de tus muñecas; eran cintas de raso, azul, violeta, carmín y turquiverdoso. La esquina un carnaval, y llovía y llovía, la lluvia se sucedía de los dedos, sea tal vez que la música sonando pase y sonando lleve aquello que traspasa. Te ensoñé todo de canción y viguela.
Quizás bailábamos, quizás no. No importa, la estadía, el sucedido seguía sucendiendo incluso a nuestro margen y denuesto. Seguía lloviendo. Lo húmedo era ajeno y era propio, era la precipitación precisa de las batallas perdidas, era el arcoiris nacido de la luz de la cocina. Un dejo de mariscos y del pez que vive el río como horizonte y mundo.
Un regalo diminuto, mojarse el pelo a luna llena en pleno septiembre.
1 comentario:
esto es muy hermoso. sos una dulzura, tantisimas gracias. ojala hayas adquirido el don de la premonicion literaria y vuelvan a a salirme los colores.
abrazos grandes.
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