miércoles, 14 de octubre de 2009

1.11

Con las piernas abiertas, me dispuse a comer mi propio pan. Había deseado esa luz que acaricia de sesgo, el bocado crecía en espuma, una de mis manos también sumaba a la blandura. Allá de lejos bien cerca de la oscuridad mi cuerpo se confundía en el bocado. Devorador devorado, un resto del amante, del lado de la luz mi contorno era prístino y solitario.

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Córdoba, Argentina
Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores

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