No tenía miedo, nunca lo tuve.
Saberse en el cuerpo y más allá. Ese monte escarpado y mi cordillerita longitudinal, mi longitud, mi cortedad.
Esa sutil panóramica que siempre me hizo querer hormigas.
La proporcionalidad del cuerpo en la distancia y en el cercanía.
Al lado de la madreselva siempre era una mujer pequeña.
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