miércoles, 14 de octubre de 2009

1.13

Había soñado con la silla y el instrumento. En algún punto, de esos que en la sucesión infinita hacen la línea, me hice de aire y ocupe el alma hueca de lo que produce el sonido y allá más lejos la música.
Algo más se ablandó en mi en esa metamorfosis sonante.
La herida eso grave amplificado y en mis brazos lo delgado del recuerdo que en plena ondulación, escala escaleras arriba, sin descanso, meciéndome sobre una rodilla extraña. Adormecer la voz y ser solo el cuerpo latente, exceder la caja, la madera, y el propio pasado de árbol.

1 comentario:

hasta las pepas dijo...

esto es tremendo, la imagen del sonido vibrando a traves, el arbol.hermoso.

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Córdoba, Argentina
Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores

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