Me tiré sobre el suelo fresco, la llamaba a los gritos y ella no vino. La llamé cantando y solo vino mi propio eco hecho canción. Esperé en silencio y tampoco apareció. Me dormí y fui durmiente apenas.
Nunca va a venir, ya no. Nunca va a venir, ahora lo sé.
Hace años le llevé los adioses a su cama.
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