Me acuerdo de mi última noche, dormí en el suelo al lado de la cama inconmensurable, le agarré la mano hasta la mañana, fue a la cocina a poner la pava y seguía agarrada como la cola del cometa.
Siempre supe, aunque no supiera como sabía, yo lo sabía.
Un pedacito del después, prematuramente era parte mía, un dedo más y una costilla menos.
Siempre supe que ese cometa una vez quemado, el viento le esparcía las cenizas.
Cuando hay viento asomo la cara, contemplar el aire mientras pasando lleva, y llevando trae.

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