La lluvia es escenario en esta sobredosis de humedad, albergarás tus propios peces y nos nadaran en las rodillas, el salmón remontará la espalda.
A orillitas de la vértebra el pescador de todos los ríos. Dejarse ver y reflejar en esa corriente que no se frena nunca, una bahía mansa lloviéndose en esas palabras que hacen al secreto casi tráslucido.
Colecciono tus piedras blancas y algunas más rojizas, esas que se tiñen cuando algún salmón se muere.
Una bahía creciéndose desde el cuerpo y más allá.
Me siento acá y me duermo.
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