Un día se me había dado por llorar, hacía años que había dejado de comer pomelos para no querer sentir que el universo era más chico que antes. La vieja buscó por cielo, por tierra y por mar un platito igual, azul ultramar casi anochecido; nunca lo encontró. Sólo puedo darte esto y me regaló una cuchara brillante.
Una luna en la mano derecha y buscaba el sol para encandilarme los ojos. De grande, busqué el sol para alumbrar fragmentos asibles del mundo.
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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