Mi oriente sabe darme espumas y blanduras cuando el sol se vuelve loco y me aparece por el occidente con sus sombras geométricas en el mediodía.
Si estoy donde mis pies y miro al frente, el oriente sabe de mis diestros haceres, de la tersura del papel y la suavidad nacida de la sutileza. En el occidente, el corazón me siente y me piensa.
Un día sentada en la rosa de los vientos, sentí que el equilibrio tenía que ver con eso, nada me pasaba aisladamente, punto por punto, escindiendo, las cosas me pasaban igual que los abrazos, circulares, medias lunas y lunas enteras.
lunes, 19 de abril de 2010
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- Teodoradorna
- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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