domingo, 4 de abril de 2010

Esteban

Esteban había nacido para cometa.
Era la fracción de segundo donde muestra su única luz y tan fugaz que uno nunca llega a sentirla. Una luz que se esfuma y lo envuelven todas las noches juntas.
En un libro chino leí, alumbrada por la luna, que los que nacen cometa no saben ni de su propia luz de tan rápido que pasa, sus hermanos estrella saben que durar no es extiguir ni condenarse a la inmovilidad. Las estrellas duran cuando crecen junto a la planta que alumbran. La pilea en las noches de otoño tiñe las estrellas de viola y saben así de la tierra y el cielo y viceversa.
Las estrellas duran incluso su propia muerte.
La fugacidad desaparece mientras va naciendo.

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Córdoba, Argentina
Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores

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