Y sé lo que ya sabía, y sentí lo que ignoraba.
Nunca quise la apatía por paisaje, ni las palabras en lenta procesión hacia la muerte.
La oscuridad es ningún lugar, languidecerse es sumirse en el propio eclipse. Creer en eso, es suicidar la propia luz y la belleza, la razón del paisaje.
La felicidad en estos días es abrazar con los ojos abiertos la luna bordada en la mano izquierda y el sol en la derecha. Querer los días mientras les sucede su ciclo.
Salvarse es un sutil acto poético, dar sentido a lo que no lo tiene y ver lo que pasa desapercibido, alumbrarse es nacer al sentido de uno en el mundo y el sentido del mundo sintiéndonos a nosotros.
domingo, 2 de mayo de 2010
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- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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