Los pasillos eran también la forma de vivir el tiempo, esa sucesión donde los pasillos sólo conducen a otros pasillos y de ahí a otros más. Un laberinto de proporciones variables que fabricamos con los pasos y tras ellos.
Andaba en redondo, desoyendo intuiciones, tapando los oídos al secreto que guardan las palabras, esa fracción de segundo donde se amplifica lo invisible del mundo o todo se reduce a una sombra mórbida.
En uno de los dos millones de pasillos donde había andado perdida buscando casa, encontré una maceta con una planta viva pero vacía de brotes, sentí deseos de llevarla conmigo y contarle historias durante el viaje, también callarnos y seguir andando o rodando. Algún tiempo atrás arribamos a Casa y ensayé lugares para darle querencia, cuando intuí que habíamos llegado al correcto esperé que el entorno fuera parte de ella y viceversa. Crece mientras dura y permaneciendo cambia, esa acción como proyección también contempla el entorno del otro.
viernes, 28 de enero de 2011
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- Córdoba, Argentina
- Del blanco, al blanco tenue, al blanco tiza y al alba. Después los colores
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