Una garúa de esas necesarias, que no llega por hastío del cielo; un solo rayo de sol basta para un latigazo que nos parta en dos de punta a punta y lado a lado.
Secos, curtidos, quebrados.
El cansancio sabe de eso, de este usufructo de las veleidades del aire y la tierra que nos contiene, nos amansa, nos precipita y nos desgaja.
Sobre un campo, con el cuerpo milpartido, desmembrado; una tormenta leve nos reúne y nos amasa después de tanto tiempo, nos presentamos de nuevo como los desconocidos.
2 comentarios:
Los últimos dos textos me dejaron como quien dice, el alma de punta. Mientras tanto oramos a los vientos y convocamos el agua con la punta de los átomos.
pd: Arnold
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